ANÁLISIS | La covid se desata en China, mientras el resto teme una nueva variante del coronavirus

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China dice adiós a la covid cero mientras se dispara el coronavirus | A. Pavevski, Epa, Efe

Coronavirus en China: los hechos a finales de 2022

China ha dado la vuelta a su política covid y está levantando de golpe casi todas las restricciones contra el coronavirus, en puertas de sus celebraciones del Año Nuevo Lunar.El gobierno chino quiere impulsar una nueva campaña de revacunación tras la limitada efectividad de sus fórmulas originales frente a ómicron. 4 de cada 10 mayores no se ha puesto la dosis de refuerzo.Ya no se reportan datos diarios, pero el gobierno ha permitido la grabación y difusión de imágenes y testimonios en hospitales saturados, con neumonías (en China la covid se considera sólo una enfermedad pulmonar), sobre todo en gente mayor.Las autoridades sanitarias de varios países europeos temen, más que una oleada de nuevos contagios importados, la introducción de una nueva variante del coronavirus que, hasta la fecha, no hay indicios de que exista.

Explicaba en Newtral.es la experta en salud pública global Helena Legido-Quigley que la política de covid cero de China había sido muy efectiva contra el coronavirus durante 2020 y parte de 2021. Después, cuando ya había vacunas efectivas disponibles, era poco sostenible. Y eso es lo que ha ocurrido. El gobierno chino se ha encontrado antes con una explosión social que con una explosión de contagios. Pero tras la primera ha llegado la segunda.

Esta es su ola ómicron. Y nadie escapa de ómicron, la variante más contagiosa del coronavirus que ahora campa por China –como por el resto del mundo–. Aunque algo más leve, definitivamente no es leve por sí misma entre población mal vacunada. Y esa es la clave.

Existe cierta ‘deuda inmunitaria‘, comparada con prácticamente el resto del mundo. “Su población ha tenido muy poca exposición natural a la infección, por lo que la transición a vivir con covid debe basarse en la vacunación“, explicaba hace semanas desde SMC de Reino Unido el profesor Mark Woolhouse (Universidad de Edimburgo). Y en eso está el gobierno ahora, cuando se han apresurado las reaperturas, que serán casi totales desde el 8 de enero.

Dos años sin contagios… ¿para qué vacunarse?

Primero, han tenido una deficiente campaña de vacunación. A la llegada de ómicron, apenas 6 de cada 10 mayores tenía dosis de refuerzo. Además, sus vacunas han demostrado ser menos efectivas. Eso no importaba ante el espejismo de la extrema contención del virus. China es, seguramente, el país del mundo que menos coronavirus ha tenido durante dos años. Corresponsales y analistas sobre el terreno han percibido entre la población que no tenía mucho sentido vacunarse y, sobre todo, revacunarse ante una amenaza tan remota. Nos pasa en Occidente con patógenos que no son endémicos. Fronteras versus vacunas.

En segundo lugar, puede que ahora les esté costando vacunar. Desde febrero, apenas se han puesto nuevas dosis. Los primeros vacunados vulnerables habrán perdido la poca o mucha inmunidad frente a la covid grave que conferían sus inyecciones, toda vez que tampoco se han expuesto al virus desde entonces (a diferencia de lo ocurrido aquí, desde que se pusieron las segundas y terceras dosis).

El gobierno chino está desplegando una nueva campaña vacunal con nuevas fórmulas. El país sigue apostando por sus propias versiones, esta vez, mejoradas y actualizadas. Hasta tienen una de ARNm, después de rechazar las estadounidenses de Pfizer y Moderna. China hizo un ejercicio de 'diplomacia vacunal' en 2021 entre países de Oriente Medio y Latinoamérica vendiendo o 'regalando' sus vacunas, cuando no llegaban a tiempo las norteamericanas o europeas.

Es muy significativo que el siempre restrictivo gobierno chino haya dejado pasar a las cámaras a las urgencias colapsadas y a testimonios duros. Quizás, tras ello, se lance un doble mensaje desde el aparato de partido a su población: hay que vacunarse (ahora sí) porque si no, esto es lo que nos espera. Y, de paso, quién sabe, deslizar la idea de que con la mano dura y la represión –no comparable a la de Occidente– se convivía mejor con el coronavirus mortal. Después de todo, como explica David S.G. Goodman (Universidad de Sídney), no ha habido un movimiento civid organizado contra el gobierno, sino manifestaciones espontáneas fácilmente (auto)sofocadas, pero que dejaban entrever algo más que protestas contra los confinamientos.

La mitad de un vuelo, contagiado; los fantasmas de la propagación mundial asintomática

Italia, Australia o Estados Unidos están reimplantando sus controles al coronavirus en aeropuertos respecto a vuelos procedentes de China. Aunque Reino Unido o Alemania lo descartan, seguramente les seguirán otros países.

Según informó el gobierno italiano, de los 120 pasajeros que aterrizaron en Malpensa (Milán) el pasado 26 de diciembre procedentes de Pekín, 62 resultaron positivos en covid. En otros vuelos con origen el China, la proporción de coronavirus (asintomático) se movía alrededor de un tercio. Fue así, silenciosamente, como se extendió el SARS-CoV-2 entre enero y febrero de 2020, cuando se creía bajo el control de las fronteras chinas. Entonces no eran ni recurrentes ni fáciles los hisopados o PCR.

Esto puede despertar viejos fantasmas y resultar alarmante. Pero conviene recordar que hace justo un año, teníamos en España (y parte de Europa) las oficinas a medio gas. Gente celebrando confinada en casa la Navidad. La sensación de que estaba todo el mundo con covid. Seguramente, en un contexto sin controles como el actual, si se hacía un muestreo en un avión, buena parte del pasaje estaría contagiado. 

Es decir, en China está repitiéndose nuestra realidad. Nada que no hayamos vivido antes. Con una gran diferencia: ómicron nos pilló bastante bien vacunados (9 de cada 10 personas, con dos dosis, la mayoría, de ARNm). Eso evitó una avalancha de muertes (pese a que la sexta ola se saldó con más de 12.500 muertes hasta marzo en España).

Con todo, el caso del avión en Milán demuestra que buena parte de los positivos en China estarán siendo asintomáticos o muy leves. Pero en un país de 1.400 millones de personas, hay informes que hablan de que al menos 5 o 6 millones de contagiados van a entrar en la UCI. Y hasta 2,1 millones podrían perder la vida. Una minoría en términos relativos. Una calamidad nacional, en términos absolutos. 

El temor a que China sea foco de una nueva variante

Desde abril, los positivos están circulando libremente en lo que llamamos Occidente, sin conocimiento o con conocimiento, sin más restricción que el uso de la mascarilla para quien sabe que tiene covid. Así que no tendría mucho sentido pensar que un pasaje de China pudiera introducir un coronavirus que ya es endémico aquí. 

Otra cosa es la introducción de una nueva variante. Por eso los esfuerzos, más que en contención, sí deberían estar en secuenciación, sostienen distintas personas expertas. Es decir, se trata de ver si está circulando algo distinto a ómicron, que es para lo que estamos bastante bien inmunizados en el (casi) resto del mundo. Bien por la vacuna, bien por las infecciones previas.

Si no hay datos en origen, en China, como sí los tuvimos de Sudáfrica al principio de ómicron, que al menos los tengamos en destino, al llegar un vuelo. Por el momento, hasta donde sabemos, allí sigue predominando ómicron BA.5 y su hermana BF.7, que es lo que ha desatado los contagios. Nada nuevo para nosotros. Pero una nueva variante es lo que puede cambiar las reglas del juego.

“No creo que la situación en China suponga un riesgo adicional sustancial para muchos otros países. Después de todo, la mayor parte del resto del mundo tiene inmunidad híbrida”, explica desde el SMC británico el epidemiólogo Paul Hunter. “La pandemia no ha terminado; el SARS-CoV-2 es para siempre. Los nietos de nuestros nietos contraerán la infección. Pero en Occidente, al menos, estamos viendo que el impacto en los servicios de salud es cada vez menor con cada ola de infección”. Y ese será, posiblemente, su futuro también en China. ¿Cuándo y a qué precio?

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