Aunque se dice que los pingüinos son los animales más fieles porque se emparejan de por vida, no son los únicos

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En la prosperidad y en la adversidad, en la salud y en la enfermedad, en el hielo y el agua helada. Así parecen quererse los pingüinos, según la sabiduría popular. Esta semana, en la curiosidad animal propia de nuestro consultorio científico, explicamos que la monogamia es habitual en los también conocidos como pájaros bobos, pero ni es universal ni son las únicas especies animales que se emparejan de por vida.

“Los pingüinos son aves monógamas de larga duración, es decir, normalmente y de forma general se emparejan de por vida”, indica a Maldita.es el biólogo Andrés Barbosa, investigador científico en el Museo Nacional de Ciencias Naturales del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) y experto en estas aves. “No obstante, esta característica no está sólo presente en los pingüinos, sino que también es común a otras especies de aves marinas y de otros grupos como águilas, cisnes o alguna especie de grulla”, aclara. De hecho, son muchas las especies monógamas en mayor o menor medida.

Pero pese a esta monogamia de larga duración, en algunas especies de pingüinos “se presentan divorcios en un porcentaje bajo de la población”, como señala Barbosa: “Normalmente los factores implicados están relacionados con un éxito reproductivo bajo en esas parejas”. En pocas, pero en algunas ocasiones, los machos de los pájaros bobos tienen descendencia con hembras de otros nidos con las que no están emparejadas, como incide el experto.

También se puede distinguir entre dos tipos de monogamia: la social y la genética. La monogamia social se produce cuando una pareja macho-hembra tiene un vínculo de pareja durante cierto tiempo, pero no implica que sea exclusiva con respecto al apareamiento. 

Por el contrario, la monogamia genética implica que el macho y la hembra sean exclusivos en cuanto al apareamiento y la fecundación, aunque no necesariamente se emparejen. De ahí que existan especies monógamas social y genéticamente, como el búho chico (Asio otus); mientras que otras, como el topillo de pradera (Microtus ochrogaster), son monógamas social, pero no genéticamente: la mayoría de los machos forman parejas y cohabitan con una sola hembra, aunque también se aparean fuera de la pareja.

Quiérete mucho, como la ‘búha’ chica al búho chico. Fuente: Mykola Swarnyk.

Como continúa Barbosa, hay muchas otras especies de aves, alrededor del 85%, que también son monógamas; pero en las que la pareja sólo se mantiene durante una estación reproductora, cambiando al siguiente año. “Existen, además, otros sistemas de apareamiento que aparecen en porcentajes dependiendo del número de especies, como es la poliginia (un macho y varias hembras), poliandria (una hembra y varios machos) y sistemas promiscuos (hembras y machos se reproducen pero no mantienen vínculos de pareja)”, concluye el investigador del Museo Nacional de Ciencias Naturales.

Este artículo forma parte del consultorio número 182 de Maldita Ciencia.

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