Cómo perseguir la violencia política por razón de género

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El Ministerio de Igualdad propone a las comunidades autónomas impulsar medidas concretas para combatir la violencia política por razones de género y realizar estudios e investigaciones sobre este tipo de violencia. Así lo indica en la Estrategia estatal para combatir las violencias machistas 2022-2025 (la medida 55 y la 111 del informe).

De esta forma, la cartera que dirige Irene Montero considera la violencia política como una de las expresiones que toma la violencia machista, aquella que se ejerce sobre las mujeres solo por el hecho de serlo. Porque cuando se habla de violencia machista se tiende a pensar en la sexual, en la física o en la psicológica. Sin embargo, hay otras formas que pasan desapercibidas, como la propia violencia política pero también la económica, la institucional, la digital, la vicaria o el falso síndrome de alienación parental; todas ellas incluidas en el mapa de la violencia machista que ha dibujado la Estrategia del Gobierno.

En este sentido, apunta Igualdad, la violencia política se manifiesta en España a través de “discursos anti-feminias y sexistas” contra las mujeres. Se trata de discursos de odio por razón de género y sexo que, como tal, pueden ser considerados de acuerdo con el artículo 510 del Código Penal, que los castiga con penas de prisión de uno a cuatro años y con multas de seis a 12 meses. Además del agravante por motivo discriminatorio fijado en el artículo 22 del CP.

La violencia política en España: “cerda”, “golfa” y “bruja”

“La violencia política existe en España, es un tipo más de violencia machista contra las mujeres y se define como el ataque a un cargo público o candidata por el hecho de ser mujer”, expone la doctora en comunicación política y profesora en la Universidad Camilo José Cela, Gabriela Ortega. “En muchos casos, la violencia política tiene connotaciones sexuales e incluye expresiones que intentan ridiculizar y menospreciar a la mujer”, añade a la definición Arantxa Elizondo, profesora titular en el Departamento de Ciencia Política de la Universidad del País Vasco. 

Según las expertas consultadas, el machismo y la violencia política no se deben pasar por alto, no deben normalizarse. Para Ortega, “que un error, una decisión o cualquier acción de una mujer en puestos de poder esté tachada por adjetivos negativos solamente por el hecho de que lo haga una mujer, debe ser puesto en evidencia”. Y, tras su identificación, queda atajar el siguiente paso: emprender un cambio estructural en la sociedad. “Encajar a las mujeres en una estructura pensada para los hombres no es fácil, lo que hay que hacer es cambiar la estructura”, indica Ortega. 

Y es que, en España se ha avanzado en paridad pero no tanto en igualdad. Así lo demuestran distintos episodios machistas de los últimos años, como los insultos de “cerda” y “golfa” que recibió la vicepresidenta segunda del Gobierno y ministra de Trabajo y Economía Social, Yolanda Díaz, de parte de un grupo de hombres del sector taurino. O la mujer que deseó que violaran en grupo a Inés Arrimadas, ex líder de Ciudadanos.

Para Elizondo, además, la violencia política como expresión machista es uno de los factores que desmotiva a las mujeres a asumir cargos políticos. “Los ataques machistas a mujeres que están en política puede contribuir de una manera directa a que otras mujeres no se animen a entrar en política”.

Sanna Marin o Jacinda Ardern, más expuestas al escrutinio público

Las decisiones de las mujeres políticas están más expuestas al escrutinio público que las de sus compañeros hombres. Así lo argumentaban las expertas a Newtral.es cuando analizaban las reacciones negativas a la filtración este verano de un vídeo de la primera ministra de Finlandia, Sanna Marin, que aparecía de fiesta con sus amigos. Aquella publicación dio lugar a varias denuncias que la acusaban de haber actuado de un modo negligente, todas ahora descartadas por la justicia finlandesa que ha exculpado a Marin de no cumplir con sus deberes como líder del país, según publica la Agencia Efe

“Las mujeres ya vivimos en una cancha de juego que está desnivelada”, argumenta Ortega. “No solamente por un problema estructural de falta de tiempo y recursos económicos de las mujeres que se dedican más tiempo al trabajo no remunerado, con lo cual llegar a puestos decisivos de poder es mucho más complicado; sino también desde la perspectiva de la comunicación que no aborda a hombres líderes con el mismo enfoque que a las mujeres a quienes tacha o de muy duras (Angela Merkel, ex canciller de Alemania) o de muy blandas (ex primera ministra de Nueva Zelanda Jacinda Ardern)”.

Otro ejemplo de este tipo de comportamientos sucedió el pasado mes de noviembre, como recoge Reuters: Un periodista en una rueda de prensa pregunta a las líderes de Finlandia y Nueva Zelanda si se reúnen por afinidad –”tienen una edad similar y muchas cosas en común”– o porque vayan a tomar decisiones conjuntas que lleven a acuerdos políticos entre ambos países. 

Ardern, que no deja terminar al reportero, arranca: “Me pregunto si alguien ha preguntado alguna vez a Barack Obama y John Key si se reúnen porque tienen edades similares”, ataja en referencia a los exlíderes de Estados Unidos y de Nueva Zelanda. “Nosotros, por supuesto, tenemos una mayor proporción de hombres en política, es la realidad. Pero porque dos mujeres se encuentren no es simplemente por su género”, agrega. Y Marin, a continuación vuelve a remarcar lo obvio: “Sí, nos reunimos porque somos primeras ministras”, zanja.

Jacinda Ardern anunció su dimisión pocos meses después de este episodio alegando falta de energía para presentarse a la reelección en octubre. Tras cinco años y medio como primera ministra de Nueva Zelanda, Ardern afirmó que dejaba el cargo por motivos personales, para pasar más tiempo con su familia. Una decisión y una carrera política que han estado marcadas por el sexismo, como publican medios neozelandeses. De hecho, Helen Clark, que ocupó el cargo de primera ministra en el país entre 1999 y 2008, apuntó al machismo que sufrió Ardern en un comunicado que recoge Reuters: “Jacinda se ha enfrentado a un nivel de odio y hostilidad que, en mi experiencia, no tiene precedentes en nuestro país”.

¿Qué es la violencia política por razón de género?

Según Igualdad, la violencia política “posiciona a las mujeres como un grupo vulnerable ante los discursos de odio que constituyen una violación de sus derechos fundamentales en tanto que un modo específico de violencia”. Su expresión implica “menoscabar, obstaculizar, restringir, impedir o eliminar su participación en los asuntos públicos y/o políticos. Para ello se promueven, incitan o realizan acciones hostiles, intimidatorias, de deshonra o descrédito contra las mujeres, se acosa, amenaza, se realizan agresiones físicas o sexuales, incluso pueden llegar al asesinato de la víctima”.

Esta definición del Ministerio se basa en las recomendaciones internacionales que marcan desde Naciones Unidas. En concreto, el Comité de la ONU para la eliminación de la discriminación contra la mujer considera que “las prácticas tradicionales nocivas y los delitos cometidos contra las defensoras de los derechos humanos, las políticas, las activistas o las periodistas constituyen también formas de violencia por razón de género contra las mujeres afectadas por tales factores culturales, ideológicos y políticos”.

Elizondo asegura que es necesario trasladar la violencia política a normativas concretas para atajarla. Y para ello existen tres vías diferentes: desarrollar una ley propia de violencia política, integrar la violencia política dentro de las leyes de violencia de género o integrar la violencia política en el Código Penal para que sea tipificada como un delito concreto. 

Fuentes

Comité de la ONU para la eliminación de la discriminación contra la mujer

Estrategia estatal para combatir las violencias machistas 2022-2025

Ministerio de Igualdad

Gabriela Ortega, doctora en comunicación política y profesora en la Universidad Camilo José Cela

Arantxa Elizondo, profesora titular en el Departamento de Ciencia Política de la Universidad del País Vasco

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