Feminizado y migrante: así es el trabajo doméstico en España

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Los cuidados son una parte fundamental de la sociedad y, tradicionalmente, han sido desempeñados por las mujeres, también en el ámbito laboral, ya que representan el 76,2% de los trabajadores domésticos en el mundo, según datos de la Organización Internacional del Trabajo (OIT). Estas trabajadoras realizan sus funciones en hogares privados, encargándose de los cuidados directos e indirectos como la limpieza de la casa, la cocina, el planchado o el cuidado de niños, enfermos o ancianos. 

Los datos oficiales de la Seguridad Social sobre el trabajo doméstico en España en 2023 retratan un reparto de tareas en el que las mujeres asumen el 95% de los puestos y en el que el 45% de las empleadas son mujeres extranjeras en situación regular. Las personas en situación irregular quedan fuera de las estadísticas oficiales y las estudian encuestas académicas y otros informes que también hemos analizado en Maldita.es para entender, en el Día Internacional de las Trabajadoras del Hogar, el porqué de un sector feminizado y migrante.

Las mujeres ocupan la mayoría de los puestos de trabajo doméstico

Según datos del Régimen Especial de Trabajadores del Hogar, en 2023 había 371.576 personas dedicadas al empleo del hogar en España. De estas, 355.104 (más del 95%) eran mujeres, mientras los hombres sumaban 16.000. La profesora de sociología de la Universidad de A Coruña, Raquel Martínez Buján, dice a Maldita.es que estas cifras responden a que las actividades de cuidados siempre se han interpretado como competencias que las mujeres poseen de manera innata por el hecho de serlo. 

Añade que esta concepción es la que las señala como candidatas idóneas para desempeñar cuidados de forma profesional. “Como feministas, tenemos pendiente la reorganización de los cuidados para que no estén tan solo en manos de las mujeres”, añade Rafaela Pimentel, trabajadora del hogar y activista por los derechos de las trabajadoras domésticas en Territorio Doméstico

Sin embargo, a pesar de ser un sector profundamente feminizado, los servicios que se les exigen a mujeres y hombres no son los mismos, según afirma Edith Espínola, portavoz del Servicio Doméstico Activo (SEDOAC), colectivo de mujeres trabajadoras del hogar: “Ellos entran exclusivamente para pasear, asear o movilizar personas ancianas, pero son muy pocos los que también cocinan, limpian, planchan…”. Además, los datos muestran que los hombres dedicados a este sector tienen una base de cotización 800€ superior a la de las mujeres, como ya contamos en Maldita.es.  

El trabajo doméstico, puerta de entrada al mercado laboral para mujeres migrantes en situación irregular, según una reciente encuesta

En 2023, un total de 159.114 trabajadoras, que suponen el 45% de las empleadas domésticas en España, eran mujeres extranjeras en situación regular. Hasta aquí llegan las estadísticas oficiales, puesto que para retratar la situación de las personas en situación irregular hay que acudir a otros informes, encuestas académicas y estudios privados de organizaciones.

Así, según una reciente encuesta (con una muestra de 399 personas) de la Universidad de A Coruña y la Plataforma por un Empleo del Hogar y de Cuidados Con Plenos Derechos, se estima que el 36% de este trabajo se realizó de manera informal, es decir, sin contrato y sin cotizar en la Seguridad Social. Esto conlleva que el sector se haya alimentado de mujeres migrantes y que 1 de cada 4 se encuentren en situación irregular, por lo que no constan en las estadísticas oficiales. En 2021, Oxfam Intermón publicó un informe en el que también se reflejaban estos datos. 

La regularización de estas trabajadoras puede darse tras, al menos, tres años de estancia continuada en España. Pasado este tiempo, si consiguen que un empleador les haga un contrato de trabajo, podrán solicitar la autorización de residencia temporal por arraigo social. Pero el camino para lograrlo no es fácil. 

Francela, que prefiere no dar su nombre real, es trabajadora del hogar en situación irregular. Llegó a España a principios de 2024 desde Nicaragua y todavía no ha podido regularizar su situación. A pesar de ser abogada de profesión, afirma que sabía que la única vía de entrada al mercado laboral español sería la del trabajo doméstico, tarea que desempeña de manera informal. 

Antonia Valladares, trabajadora del hogar y activista por los derechos del colectivo desde la plataforma La Comala, también entró al mercado laboral español de forma irregular. Llegó desde El Salvador en 2016, dejando a tres hijas en la universidad. Según relata, pasó dos meses sin trabajo porque nadie se fiaba de sus habilidades para los cuidados por estar recién llegada. “Cuando iba a cumplir tres años de estancia continuada en España, la pareja para la que trabajaba y que había prometido hacerme un contrato de trabajo, se divorció. Tuve que esperar seis años desde mi llegada hasta conseguir regularizar mi situación”, cuenta Antonia. 

La profesora Martínez Buján afirma que, detrás de esta entrada de mujeres migrantes en situación irregular al empleo doméstico, se encuentran aspectos como el continuo envejecimiento de la población en España, las condiciones precarias del trabajo doméstico o la incorporación de las mujeres españolas al mercado de trabajo asalariado. Esta última tendencia ha repercutido negativamente en las mujeres migrantes dedicadas a los cuidados, quienes mantienen unas condiciones laborales “propias del siglo XIX o XX”, añade Edith Espínola.

La difícil homologación de títulos extranjeros frente a las condiciones de contratación en el trabajo doméstico

Además de la situación de irregularidad en la que se encuentran muchas de las mujeres migrantes dedicadas al empleo doméstico, las propias trabajadoras señalan otra barrera que dificulta su integración en el mercado laboral español: la homologación de títulos extranjeros. Según señala el Ministerio de Educación, Formación Profesional y Deportes, este procedimiento tiene una duración estimada de veinticuatro meses desde la fecha en la que se registra la solicitud en el Ministerio de Ciencia, Innovación y Universidades. 

Como consecuencia, Martínez Buján afirma que la posibilidad de trabajar en un sector especializado se retrasa años, lo que genera “bolsas de exclusión” que empujan a las personas migrantes a ámbitos laborales donde la contratación irregular es sencilla, como el trabajo doméstico. Espínola añade que, entre las mujeres migrantes empleadas del hogar, la sobrecualificación es común. “Se desprecian los estudios, como se vio en la pandemia. No se tuvo en cuenta a las personas migrantes que estaban sobrecualificadas y que podrían haber ayudado a salvar la situación”, afirma. 

Así, la radiografía de los cuidados en España muestra un sector profundamente feminizado en el que las mujeres migrantes, en muchos casos en situación irregular, son las protagonistas. Ello se traduce en una situación de mayor vulnerabilidad que dificulta la reclamación de derechos. “No nos consideran personas, sino objetos, y de ahí derivan las precariedades”, concluye Espínola




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