Sí, el alcohol engorda (y además, su alta carga calórica no aporta nutrientes)

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No es la primera vez que nos preguntáis si el alcohol puede ayudarnos a adelgazar o, por el contrario, contribuye a que ganemos algún que otro kilo. Vuestra duda viene de este texto que dice que, pese a la creencia popular de que la gran carga calórica del alcohol se relaciona con un incremento de peso, "el alcohol (exceptuando la cerveza) no engorda". De primeras, os recordamos que aquí aquí ya explicamos que ni la cerveza ni el tequila son tus posibles aliados si lo que quieres es reducir la cifra que marca la báscula. ¿Y el resto?

"Como pasa muchas veces en este tipo de artículos, se parte de un razonamiento lógico y verdadero, pero la conclusión no lo es tanto", indica a Maldita Ciencia el dietista-nutricionista Daniel Ursúa, y admite que el sistema que tenemos para medir las calorías que aporta cada alimento no ha variado mucho desde sus inicios. "De hecho, es igual de 'malo' o 'bueno' para todas las variables (bien sean proteínas, grasas, hidratos de carbono o, en este caso alcohol)", añade.

Con respecto a las calorías presentes en el alcohol y su método de medición, Sevi González, dietista-nutricionista y maldito que nos ha prestado sus superpoderes explica que todo lo que sean calorías capaces de producir energía van a sumar en el cómputo dietético. Las procedentes del alcohol en concreto, unas 7 kcal por cada gramo.

Para poner en contexto esta cifra, ten en cuenta que las espinacas tienen unas 0,2 kcal por gramo y la leche alrededor de 0,6. El aceite, del que sabemos que tiene una alta carga calórica, presenta cerca de 9 por cada gramo, muy próximas a las 7 de las bebidas alcohólicas.

"Lo perjudicial de su consumo (en cuanto al aporte energético) no viene dado por la cantidad de calorías si no por lo 'gratuitas' que son las mismas: son calorías vacías", indica Ursúa. Primera conclusión: el alcohol no nos va a ayudar a adelgazar, ya que aporta energía y, además, no proporcionará nutrientes que nuestro organismo pueda aprovechar.

Independientemente de que este tuviese menos o incluso no tuviese calorías, la forma en la que se consume habitualmente tampoco nos libraría de un posible exceso calórico. "Los combinados seguirían tomándose con refrescos repletos de azúcar, el vino o la cerveza se seguirían acompañando de snacks, su consumo seguiría estando relacionado con otros hábitos poco saludables como el sedentarismo", enumera Ursúa. "Y, sobre todo, el alcohol seguiría siendo el mismo tóxico y tomarlo, seguiría estando relacionado con varios tipos de cáncer, entre otras patologías", afirma.

Centrar nuestra atención en contar calorías y, por consiguiente, en el peso, forma parte del origen de muchos de los problemas actuales de salud pública, según Ursúa. "Dietas milagro, trastornos de la conducta alimentaria, sobrepeso y obesidad… Todo ello tiene una fuerte relación con seguir manteniendo el peso como el eje de todo. La salud es muchísimo más amplia que el peso", concluye. Aún así, si nuestro objetivo es no engordar por culpa del alcohol, González sugiere una efectiva solución: no beberlo.

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