Trabajadoras del hogar internas: “Entregamos nuestra libertad por un techo y comida, en muchos casos pasamos a ser una propiedad”

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Trabajadoras del hogar internas

Laura M. es una de las 40.000 mujeres que, según este informe de Oxfam Intermón, ejercen como trabajadoras del hogar internas en España. También forma parte de ese 90% de empleadas en régimen de internas que son extranjeras y del 25% que cuida a un adulto dependiente. En conversación con Newtral.es, ella aterriza con palabras todos estos datos: “Estoy sin papeles, sin contrato y trabajando en esta casa para poder mandar dinero a mi familia, en Ecuador. Cuido de un hombre de 86 años con alzhéimer y todas las noches tengo que estar pendiente de si hay que cambiarle el pañal o si se despierta alterado. La familia me pide que lave su ropa, que les friegue los platos, que les haga su comida… Casi todo mi tiempo es para ellos”. 

Como apunta Oxfam, el trabajo del hogar en régimen de interna “es especialmente vulnerable a los abusos”, ya que “la presencia en el domicilio de los empleadores se convierte en una disponibilidad plena”. 

En este otro informe del Servicio Jesuita a Migrantes (2023) se hacen eco del caso de Domitila, quien llegó desde Bolivia en 2006 y tardó cinco años en regularizar su situación administrativa: “Nos contó que durante la pandemia se contagió de COVID-19 mientras trabajaba, estando varias semanas ingresada en el hospital. A pesar de estar varios años trabajando en modalidad de interna para la familia, al querer reincorporarse a su trabajo ya no pudo. La familia la informó de que ya no la necesitaban puesto que preferían quedarse con la persona sustituta y de que no le iban a pagar el finiquito, lo que le suponía no tener ingresos económicos para pagar el alquiler de la habitación ni la comida, además de seguir enviando dinero a sus hijos”. 

Hace justo un año, el Gobierno iniciaba los trámites para la ratificación del Convenio 189 de la OIT, un marco jurídico internacional para las trabajadoras del hogar. Unos meses después, en junio, finalmente España ratificaba este convenio, lo que supuso el reconocimiento de derechos laborales tales como poder cotizar por desempleo o por el FOGASA, así como a percibir el salario mínimo, entre otras cuestiones.

Este 31 de marzo, Día internacional de las empleadas del hogar, organizaciones como SEDOAC o Territorio Doméstico han puesto el foco en la situación de las trabajadoras del hogar internas. Como dice Edith Espínola, una de las portavoces de SEDOAC, a Newtral.es: “Entregamos nuestra libertad por un techo y comida, en muchos casos pasamos a ser una propiedad. Pedimos la erradicación del régimen de internas porque no es posible garantizar unos cuidados dignos tanto para las personas dependientes como para nosotras, las trabajadoras”.

¿Qué condiciones laborales enfrentan las trabajadoras del hogar internas?

El abogado laboralista Javier de Cominges, especializado en las condiciones de las empleadas del hogar, explica a Newtral.es que “el máximo estipulado de horas semanales son 40”, pero “luego hay otras 20 horas semanales de puesta a disposición en las que realmente no están trabajando como tal pero sí a disposición por si surge alguna cuestión”. “Hay que pagarlas, claro, porque realmente no tienes libertad para hacer lo que quieras, tienes que estar disponible para los empleadores. La realidad es que rara vez se pagan estas horas porque no hay control”, añade. 

Para De Cominges, la situación de las trabajadoras del hogar internas es “una especie de esclavitud moderna”: “Ninguna interna trabaja solo ocho horas. Se ha conceptualizado que este trabajo es disponibilidad absoluta las 24 horas del día, siete días a la semana. Son en su mayoría mujeres migrantes, sin papeles, que acceden a desempeñar este trabajo porque necesitan trabajar mientras la ley de extranjería las obliga a estar un tiempo viviendo del aire, en un limbo”. 

Precisamente el hecho de que el hogar sea tanto el lugar de residencia como de trabajo “repercute en los tiempos de descanso y los espacios para el mismo, los cuales se difuminan entre las actividades que pertenecen a su labor”, como expone este informe realizado por un grupo de investigación de la Universidad Complutense de Madrid y cofinanciado con fondos europeos. “El tiempo de descanso para muchas de estas mujeres se reduce a salir de la vivienda para hacer la compra, ir al médico o efectuar algún trámite administrativo. Como consecuencia, residir y trabajar en el mismo lugar conlleva un horario restrictivo que afecta no solo la salud física sino también el confort psicológico”, añade el documento. 

La magistrada Glòria Poyatos, cofundadora de la Asociación Mujeres Juezas, hace hincapié en que esta cuestión es inseparable de la cuestión de género: “Es un caldo de cultivo para agresiones sexuales o situaciones de acoso porque es un ámbito totalmente feminizado en una vivienda ajena a la empleada. No es un hogar, son microcentros de trabajo. La exposición a esta violencia por razón de género aumenta y la posibilidad de denunciar disminuye por la especial vulnerabilidad en la que están las trabajadoras del hogar internas”.

“Pedimos la erradicación de este régimen”

“El trabajo de interna es un régimen de esclavitud porque no te permite hacer vida. Estás prácticamente al servicio de una familia 24 horas al día, 7 días a la semana. No puedes estar con tu familia ni hacer vida con el resto de personas”, clamaba Carolina Elías, miembro de SEDOAC, en la concentración que celebraron el pasado 25 de marzo para pedir la erradicación de este sistema. 

Su compañera Edith Espínola expone algunas de las situaciones concretas a las que se exponen las trabajadoras del hogar internas. Una de las cuestiones que destaca es que “muchas compañeras no pueden empadronarse en el domicilio de su empleador, no las dejan, aunque vivan ahí en la práctica”. “Esto implica que tienen que alquilarse una habitación barata, en un barrio pobre y, por tanto, lejos de la casa donde trabajan, para empadronarse ahí. ¿Para qué? Pues, por ejemplo, para tener un centro de salud al que acudir. Pero a ver cómo te vas tú al centro de salud, a una hora de la casa de tu jefe, cuando te tienen trabajando y pidiéndote cosas desde que te levantas”, añade. 

Por ello, Elías señalaba que, una vez lograda la ratificación del Convenio 189 de la OIT, “es necesario unir nuestras fuerzas para que se elimine el trabajo de interna”. “Trabajar y vivir en casa de un empleador es una jerarquía tan grande que es imposible articular una forma de garantizar nuestros derechos laborales. Si se da el caso de que hay una persona muy dependiente que necesita atención constante y no puede estar en una residencia, lo ideal sería tener a dos o tres personas contratadas para que hagan turnos de ocho horas cada una. Para eso se necesita un sistema estatal de cuidados que también nos ponga a nosotras en el centro”, concluye Espínola.

Fuentes

Esenciales y sin derechos (Oxfam Intermón, 2021)

Cuidar a quienes nos cuidan: mujeres migradas trabajadoras del hogar y los cuidados (Servicio Jesuita a Migrantes, 2023)

Edith Espínola, miembro de SEDOAC

Carolina Elías, miembro de SEDOAC

Javier de Cominges, abogado laboralista

Glòria Poyatos, magistrada

Testimonio de Laura M., trabajadora del hogar interna

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